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Un experimento con el tiempo. José de la Mano dedica al fondo García-Ramos su primera exposición online

Han sido varias las muestras en la Galería José de la Mano nacidas a partir de proyectos de investigación en cuya preparación ha jugado un rol destacado el fondo documental García-Ramos, por eso la sala madrileña ha querido dedicar a este archivo su primera exposición online, a la que podemos acceder hasta el 31 de julio a través de Artsy.

Se llama “Un experimento con el tiempo”, cuenta con el comisariado de Alfonso de la Torre y nos viene a recordar que el de García-Ramos es un fondo esencial para los interesados en adentrarse en la historia del arte (y de las exposiciones), en España y Latinoamérica entre las décadas de los cincuenta y los setenta.

Este proyecto recoge parte de él, “la punta del iceberg”, y toma su título de un ensayo del ingeniero irlandés J. W. Dunne dedicado a la experiencia humana del paso del tiempo. Defendía en él que pasado, presente y futuro no solo están conectados, sino que de algún modo suceden parejos; que el ayer y el mañana son también parte del hoy, aunque nosotros percibamos esa simultaneidad de forma lineal. Esta muestra virtual conecta oportunamente estas ideas con la misma noción de archivo, que es a su vez reflejo de lo que fuimos y de lo que somos y también el apunte de la posibilidad futura, de lo que seremos; una suerte de máquina del tiempo (documental).

De la Torre recuerda, en el texto que acompaña a la exposición, que el fondo de García-Ramos, además de ser fuente inspiradora de estudios diversos, da testimonio de los artistas y las exposiciones que marcaron una época y un lugar (como decíamos, la etapa central del siglo pasado en nuestro país y América Latina), incluyendo episodios muy relevantes y no tan reivindicados como debieran, como las participaciones españolas en la Bienal de Venecia en 1958, 1964 y 1978 o dos muestras acaecidas en 1974 significativas para el análisis del estado de la cuestión en los últimos años de la dictadura en lo relativo a arte gráfico (I Bienal Internacional de Obra Gráfica y Arte Seriado de Segovia) y a escultura al aire libre (I Exposición de Escultura al Aire Libre en el Nuevo Club de Golf de Madrid).

El archivo de García-Ramos cuenta con documentación relativa a Alberto (Sánchez Pérez), Andreu Alfaro Alfaro, Berrocal, Rafael Canogar, Echevarría, Josep Guinovart, César Manrique, Mignoni, Millares, Oteiza, Saura, Sempere, Francisco Sobrino o Tàpies, y también a creadores cuya trayectoria ha de ser examinada aún con mayor profundidad, como Rafael Rodríguez Baixeras, Alfonso Mier, Montoya, Aurèlia Muñoz (que formó parte del último stand en ARCO de José de la Mano y también es reciente objeto de atención del MNAC de Barcelona) o Raba.

“Un experimento con el tiempo” aúna los conjuntos de Luis González Robles, promotor, justamente entre los cincuenta y los setenta, de las exposiciones de arte contemporáneo español que comenzaron a resquebrajar el aislamiento cultural en nuestro país y comisario de nuestro pabellón de España en la Biennale en 1958, dominado por la abstracción, y del propio García Ramos, gestor cultural y pintor al que la misma Galería José de la Mano dedicó en 2016 una muestra que repasaba su evolución desde la abstracción geométrica hasta el trabajo con el espacio a partir de volúmenes y estructuras reales o recreados.

Podemos ver en Artsy fotografías acompañadas de correspondencia, anotaciones, catálogos de exposiciones o maquetas de proyectos; una ocasión valiosa e infrecuente de acercarnos a esos años esenciales para el devenir del arte español a partir de sus fuentes originales y no de narraciones derivadas.

En palabras de Alfonso de la Torre, es esta exposición una invitación a la exploración, un puente trazado especialmente adecuado al mundo de internet; mas no olvidemos, un saludo a Walter Benjamin, que la noción de archivo viaja con la propia historia del arte, pues son imágenes las recopilaciones de Eugène Atget o August Sander, pero también quedaron constituidas como el verdadero archivo de la memoria del devenir de nuestro tiempo, son verdaderos “atlas de instrucción”, en palabras de aquel. E, infatigado, tentó Aby Warburg en su “Atlas Mnemosyne” a indagar incesantemente en torno a las huellas inmemoriales y la herencia espiritual de las imágenes. Pulsión incansada del archivo que, bajo forma de otros “Atlas”, ha poblado el mundo del arte, unamos al de Warburg por ejemplo los archivos expandidos y misteriosos de Gerhard Richter o la “Autobiography” de Sol LeWitt: archivos tal incandescencias en los nudos del tiempo, la estampida de fragmentos de fuerzas poéticas.
 
Símbolo ahora la luz con la que Sempere ilumina su cajita luminosa, tren de las imágenes, este archivo surge también de una autoconciencia, tal aquel tree of conscientiousness de Walter Benjamin, árbol del cuidado consciente, árbol del esmero de quienes ejercieron un estado de consciencia cuidadoso, capaz de legar al futuro este fondo. Así, como observadores en el infinito, podemos contemplar ahora estos materiales, instrumentos para nuestro autorretrato; acaso la mayor enseñanza de este fondo, del que se revela ahora una parte, es cómo el camino no ha concluido, todo quedará por conocer.