09 Sep - 30 Nov 2021

En la España de los años 50, 60 y 70 hay un grupo de creadores que quieren ser modernos y romper las barreras entre arte, diseño y arquitectura. Esta exposición reúne el resultado, una selección de pinturas, esculturas y muebles creados por algunos de los grandes nombres del siglo XX.

Una caja de Jorge Oteiza se encuentra con un lienzo de Agustín Ibarrola. Del pintor José María de Labra encontramos un óleo y una maqueta para una celosía de madera. Una silla del Equipo 57 se sitúa junto a una mesa de Néstor Basterretxea que sirve de soporte a una escultura de Ángel Duarte. Descubrimos, firmando sillas, al escultor Andreu Alfaro o al arquitecto Javier Carvajal. Todos son ejemplos de esa generación de creadores que no fueron fieles a una disciplina y buscaban mejorar el espacio con la fusión de arte y diseño. “En esa búsqueda, muchos de ellos creyeron encontrar la solución en la industrialización y la disolución de las categorías artísticas en un arte integrado en la arquitectura como eje articulador”, afirma Pedro Reula, fundador de Studiolire y comisario de la exposición Formas industriales. Arte-Arquitectura o la integración de las artes (1950-1970).

En la España gris de la posguerra hay un grupo de artistas, arquitectos y diseñadores que se suman a la utopía de transformar el mundo mediante la mejora del espacio habitable. Impulsada por el Movimiento Moderno, esta iniciativa encontró un aliado en los padres de la abstracción geométrica como Kandinsky, Malévich o Mondrian. A mediados del siglo XX el ejemplo a seguir por nuestros compatriotas es la obra de los italianos Gio Ponti o Alberto Sartori o, más cerca, la del propio Jorge Oteiza.

“Antes de su largo viaje americano, Jorge Oteiza conoció de primera mano las inquietudes de la incipiente modernidad practicada en San Sebastián en los años treinta y guardó entre sus ideales el modelo y la doctrina de la Bauhaus. Estos propugnaban la eliminación de las fronteras de las disciplinas artísticas y ponían el diseño en un lugar preeminente”, explica Reula. Oteiza realiza algunos muebles para su mecenas Juan Huarte, pero es a través de sus cajas vacías –a las que llamaba muebles espirituales– como prefirió estudiar la ordenación del espacio. Su trabajo ejerció una poderosa influencia para que algunos artistas asumieran que la práctica del diseño formaba parte, también, de esa idea de modernidad. Durante su etapa de trabajo junto al arquitecto Rafael de la Hoz en la Cámara de Comercio de Córdoba, puso en este camino a varios de los artistas que formarían, primero, el Grupo Espacio y, luego, el Equipo 57. En la muestra encontramos trabajos de algunos de sus miembros como Néstor Basterretxea, Ángel Duarte o Agustín Ibarrola.

 

Durante un lustro (de 1956 a 1961), en Valencia, otro conjunto de artistas forma el Grupo Parpalló. Entre sus inquietudes está transformar la sociedad mediante el arte experimental. Aquí destacan los artistas Andreu Alfaro o el diseñador Martínez Peris. Esta nueva forma de entender el arte y la arquitectura tuvo su mejor ejemplo en dos proyectos firmados por el arquitecto Javier Carvajal: el Pabellón de España en la Triennale de Milán (1957) y el Pabellón de España en la Feria Mundial de Nueva York (1964). En ambos casos, Carvajal cuenta con la colaboración de José María de Labra -también miembro puntual de Parpalló-, destacando sus celosías para el pabellón de Nueva York. Del propio Carvajal encontramos la butaca Granada, que diseñó para el mismo pabellón. El barcelonés “fue el arquitecto que mejor supo integrar la escultura mural –véanse sus trabajos con José Luis Sánchez– y el que más atención dedicó al diseño de mobiliario. Además de la icónica Granada, también realizó mobiliario como la silla producida por Biosca y usada por el arquitecto en la emblemática tienda madrileña de Loewe”, afirma el comisario.

Esta exposición conjunta de las galerías José de la Mano –especializada en arte de los 50 a los 70– y Studiolire –centrada en diseño español del siglo XX– muestra ejemplos de cómo el diseño industrial se convirtió, entre los años cincuenta y setenta, en uno de los elementos imprescindibles para conseguir la ansiada integración de las artes y reafirmar nuestra modernidad.