diez dedos entre nuestras dos manos. Nos adherimos encantados al juego. Mientras algunos artistas esperan en el banco de la paciencia a que sus obras sean censuradas para dar el campanazo, otros sientan catédra y, algunos jóvenes creadores que serán grandes un día, toman nota de sus mayores y de que el arte, sí, debe seguir siendo arte por el arte.