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Charlotte Moorman en madrid. Música de Acción [1975]

28.11.17 .- MADRID .- Tras la gran exposición que sobre el Arte Sonoro en España (1961-2017) ha celebrado recientemente la Fundación March, la Galería José de la Mano presenta ahora su nuevo proyecto con el que pretende rescatar la memoria de una performance trascendental y olvidada de la España de mediados de los setenta. La muestra, titulada Charlotte Moorman en Madrid. Música de acción [1975], saca a la luz un vídeo inédito que documentó la actuación que la artista estadounidense Charlotte Moorman celebró en la madrileña Galería Vandrés, en dos jornadas, en el mes de junio de 1975.

A la edad de diez años, Charlotte Moorman (Little Rock, Estados Unidos, 1933 – Nueva York, 1991) cogió por primera vez el violonchelo y no lo volvió a soltar en toda su vida. Para esta artista de Arkansas, nacida en una época en la que los efectos devastadores de la Gran Depresión estaban aún lejos de ser una reminiscencia, el instrumento se convirtió en la prolongación de su cuerpo y su intelecto. En cómplice y voz de su expresión artística. Como prueba, la fotografía de 1975 que da la bienvenida a la galería y se sitúa en la antesala de la pieza central de esta exposición: un vídeo en el que se reproduce la primera de las dos actuaciones de Moorman en la galería Vandrés en junio de 1975.

No es la primera vez que José de la Mano presenta fondos del transgresor espacio dirigido por Fernando Vijande, pionero en traer a España las prácticas artísticas del videoarte y la performance. En febrero de este mismo año pudieron contemplarse en esta galería varios proyectos de Antoni Muntadas de la década de los 70. Precisamente, fue la exposición que Vijande le dedicó a este artista en 1971 la primera vez que se mostraron piezas de videoarte en un país maniatado por la censura de la dictadura –además, en 1973, la policía clausuró una de sus muestras por incluir un maniquí desnudo obra de Alfredo Alcaín y solo la pudo volver a abrir tras ponerle unas bragas-. Conociendo esta anécdota resulta aún más atrevido y significativo que, en junio de 1975, invitara a Allan Kaprow para realizar el happening Comfort Zones -al que el pasado mes de octubre el CA2M le dedicó una muestra- y también, en esas mismas fechas, a Moorman para interpretar un provocador programa de doce partituras en dos días.

Los orígenes de la formación musical de Moorman se remontan al año 1951, cuando ganó una beca que le permitió estudiar en el Centenary College (Shreveport, Luisiana), donde se licenció en 1955. Después, recibió su MA de la Universidad de Texas en Austin y, en 1957, se trasladó a Nueva York para continuar sus estudios de postgrado en la prestigiosa Escuela Juilliard de la Gran Manzana, donde recibió las inspiradoras clases de experimentación de jazz, que la motivaron a emprender su propio camino. Pocas eran las mujeres que en aquella época lograban formarse, y menos aún, llegar a consolidar una carrera en solitario en el mundo de la música clásica. Porque Moorman no se conformó con formar parte de una orquesta (a pesar de tocar durante tres temporadas bajo la dirección de Leopold Stokowski en la Orquesta Sinfónica Americana), ni con deleitar al público en las salas de conciertos tradicionales. Ella prefirió demostrar hasta dónde podían llegar sus cuerdas.

Moorman fue una de las precursoras de la escena musical más radical de los 60. En 1963, fundó el Festival Anual de Arte de Vanguardia en la ciudad de Nueva York, que llamó la atención de miles de artistas de todo el mundo. A lo largo de quince ediciones celebradas en diversas localizaciones y espacios al aire libre, se dieron a conocer al gran público obras de los artistas más agitadores y sirvió como punto de encuentro para la discusión y puesta en marcha de las ideas más transgresoras. De este modo una aventura que comenzó en los lofts neoyorquinos salió a la calle en forma de desfile y conquistó lugares como el World Trade Center, la cubierta del ferry de Staten Island, la Grand Central Station o el ya demolido Shea Stadium del barrio de Queens, donde tuvo lugar la última celebración del festival en el año 1982.

La repercusión de las obras y las interpretaciones de Moorman han llevado a situarla hoy en día en el epicentro de la disciplina performativa y el Fluxus, movimiento que desde sus inicios se incubó al calor de la música, floreciendo en célebres piezas de poesía sonora, acciones o conciertos. Las obras que hoy en día se categorizan como parte del Fluxus bebieron, entre otras fuentes, de la inspiración de la poesía sonora del Dadá y del Futurismo, de ese ‘arte del ruido’, que ya reivindicó Luigi Russolo a principios del siglo XX, por el que el ruido se convertiría en el elemento de representación de un tiempo nuevo. El Fluxus era una oda a la vitalidad, con notas de provocación e inconformismo. Igual que Moorman.

La artista es internacionalmente conocida por tocar desnuda y la improvisación fue siempre su mejor aliada. Entabló amistad e interpretó en numerosas ocasiones las nuevas obras de célebres artistas (a veces incluso más que ellos mismos), como John Cage, Joseph Beuys, Wolf Vostell, Yoko Ono, Carolee Schneemann, Earle Brown, Sylvano Bussotti, Giuseppe Chiari, Jim McWilliams, Karlheinz Stockhausen o Nam June Paik. Con este último compositor, pianista y videoartista coreano, dio la vuelta al mundo realizando actuaciones y un variado repertorio de trabajos en colaboración: artículos, ensayos, diccionarios y antologías sobre el arte de vanguardia.

También desafiaron a la ley: en 1967 Moorman fue detenida por exhibicionismo al interpretar desnuda en la filmoteca de Nueva York la Opera Sextronique que él había compuesto. Varios policías irrumpieron en la presentación privada y la sacaron rápidamente del local envuelta en un abrigo. Pasó la noche en prisión y fue obligada a declarar ante el juez. El caso fue archivado debido al carácter artístico del evento, convirtiéndose en un hecho sin precedentes en la jurisprudencia estadounidense, que indujo a la revisión de los límites de la censura artística. Sin embargo, el escándalo afectó de manera determinante a su imagen pública: extendió su fama, pero la encorsetó bajo el apodo «Topless Cellist», cosificando su trabajo como artista. Una década después del acontecimiento, Moorman y Paik volvieron a recrear la representación original y el arresto bajo el título La gente del estado de Nueva York contra Charlotte Moorman, aunque en esta ocasión los policías fueron actores.

En 1968, Moorman y Paik recorrieron Inglaterra y Alemania cosechando un gran éxito, y la artista protagonizaría un gran número de espectáculos a principios de la década de los 70 en distintos países de Europa, visitando España en 1975. A modo de pequeño resumen: en 1970, la artista tocó Fluxus and Happening en la Kunstverein de Colonia; en 1972 interpretó en la galería Richard Demarco de Edimburgo la mítica pieza TV Bra for Living Sculpture, compuesta por Paik en 1969, en la que dos pequeñas pantallas cubrían sus pechos y el violonchelo el resto del cuerpo sin ropa; en 1973 tocó TV Cello en la Internationale Funkausstellung en Berlín; en 1974 hizo una edición con Paik para los archivos del coleccionista Francesco Conz en Asolo (Italia), que se presentó en Art Basel en 1975. Ese mismo año Moorman tuvo dos actuaciones en la galería Vandrés de Madrid. El miércoles 4 de junio y el sábado 7. El programa fue distinto. Aunque ambos días interpretó 26′ 1.1499» para concertista de cuerda de John Cage y TV Bra de Nam June Paik.

Otra de las míticas obras que se pudo admirar fue Pieza para cortar de Yoko Ono, en la que los espectadores cortaban las vestimentas de la violonchelista hasta dejarla completamente desnuda. Jim McWilliams, Darío Villalba, Joseph Beuys y Takehisa Kosugi completan el listado de compositores de las piezas que interpretó en esta galería ubicada en plano dentro del barrio de Salamanca. En el vídeo se puede ver cómo el público va tomando asiento en el local y sus reacciones ante el espectáculo. En primera fila, se distinguen los rostros de los artistas españoles Darío Villalba (1939), Rafael Canogar (1935), Enrique Gran (1928-1999), y de los más jóvenes, Nacho Criado (1943-2010), Joaquín Mouliáa (1944), Rafael Pérez Mínguez (1949-1999) o Zush (1946). También aparece de refilón el rostro con bigote de un jovencísimo Pedro Almodóvar. Cuatro años después de este evento a Moorman le diagnosticaron cáncer de mama. Falleció prematuramente en Nueva York en 1991, a la edad de 57 años, tras librar durante doce de batalla ejemplar contra la enfermedad en la que nunca abandonó su actividad artística. Veintiséis años después, su incuestionable talento e ingenio han permitido que la importancia de su legado aún resuene en nuestros oídos.