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Charlotte Moorman en Madrid. Música en acción [1975]

La Galería José de la Mano presenta «Charlotte Moorman en Madrid. Música de acción [1975]» un proyecto que pretende rescatar la memoria de una performance trascendental y olvidada de la España de mediados de los setenta. La muestra saca a la luz un vídeo inédito que documentó la actuación que la artista estadounidense Charlotte Moorman celebró en la madrileña Galería Vandrés, en dos jornadas, en junio de 1975.

No es la primera vez que José de la Mano presenta fondos de la transgresora Galería Vandrés, espacio pionero en traer a España las prácticas artísticas del videoarte y la performance dirigido por Fernando Vijande. Tras presentar, el pasado mes de febrero, piezas de Muntadas creadas en los setenta, ahora se rinde homenaje a la exposición dedicada a Moonman, en la que por primera vez en España se pudo ver videoarte.

Charlotte Moorman

Los orígenes de la formación musical de Moorman se remontan al año 1951, cuando ganó una beca que le permitió estudiar en el Centenary College (Shreveport, Luisiana), donde se licenció en 1955. Después, recibió su MA de la Universidad de Texas en Austin y, en 1957, se trasladó a Nueva York para continuar sus estudios de postgrado en la prestigiosa Escuela Juilliard de la Gran Manzana, donde recibió las inspiradoras clases de experimentación de jazz, que la motivaron a emprender su propio camino. Pocas eran las mujeres que en aquella época lograban formarse, y menos aún, llegar a consolidar una carrera en solitario en el mundo de la música clásica. Porque Moorman no se conformó con formar parte de una orquesta (a pesar de tocar durante tres temporadas bajo la dirección de Leopold Stokowski en la Orquesta Sinfónica Americana), ni con deleitar al público en las salas de conciertos tradicionales. Ella prefirió demostrar hasta dónde podían llegar sus cuerdas.

Moorman fue una de las precursoras de la escena musical más radical de los 60. En 1963, fundó el Festival Anual de Arte de Vanguardia en la ciudad de Nueva York. A lo largo de quince ediciones celebradas en diversas localizaciones y espacios al aire libre, se dieron a conocer al gran público obras de los artistas más agitadores y sirvió como punto de encuentro para la discusión y puesta en marcha de las ideas más transgresoras. De este modo una aventura que comenzó en los lofts neoyorquinos salió a la calle en forma de desfile y conquistó lugares como el World Trade Center, la cubierta del ferry de Staten Island, la Grand Central Station o el ya demolido Shea Stadium del barrio de Queens, donde tuvo lugar la última celebración del festival en el año 1982.

La repercusión de las obras y las interpretaciones de Moorman han llevado a situarla hoy en día en el epicentro de la disciplina performativa y el Fluxus, movimiento que desde sus inicios se incubó al calor de la música, floreciendo en célebres piezas de poesía sonora, acciones o conciertos. Las obras que hoy en día se categorizan como parte del Fluxus bebieron, entre otras fuentes, de la inspiración de la poesía sonora del Dadá y del Futurismo, de ese ‘arte del ruido’, que ya reivindicó Luigi Russolo a principios del siglo XX, por el que el ruido se convertiría en el elemento de representación de un tiempo nuevo.

La artista es internacionalmente conocida por tocar desnuda y la improvisación fue siempre su mejor aliada. Entabló amistad e interpretó en numerosas ocasiones las nuevas obras de célebres artistas, como John Cage, Joseph Beuys, Wolf Vostell, Yoko Ono, Carolee Schneemann, Earle Brown, Sylvano Bussotti, Giuseppe Chiari, Jim McWilliams, Karlheinz Stockhausen o Nam June Paik. Con este último compositor, pianista y videoartista coreano, dio la vuelta al mundo realizando actuaciones y un variado repertorio de trabajos en colaboración: artículos, ensayos, diccionarios y antologías sobre el arte de vanguardia.

También desafiaron a la ley: en 1967 Moorman fue detenida por exhibicionismo al interpretar desnuda en la filmoteca de Nueva York la Opera Sextronique que él había compuesto. Varios policías irrumpieron en la presentación privada y la sacaron rápidamente del local envuelta en un abrigo. Pasó la noche en prisión y fue obligada a declarar ante el juez. El caso fue archivado debido al carácter artístico del evento, convirtiéndose en un hecho sin precedentes en la jurisprudencia estadounidense, que indujo a la revisión de los límites de la censura artística. Sin embargo, el escándalo afectó de manera determinante a su imagen pública: extendió su fama, pero la encorsetó bajo el apodo «Topless Cellist», cosificando su trabajo como artista. Una década después del acontecimiento, Moorman y Paik volvieron a recrear la representación original y el arresto bajo el título La gente del estado de Nueva York contra Charlotte Moorman, aunque en esta ocasión los policías fueron actores.

En 1968, Moorman y Paik recorrieron Inglaterra y Alemania cosechando un gran éxito, y la artista protagonizaría un gran número de espectáculos a principios de la década de los 70 en distintos países de Europa, visitando España en 1975.