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«Clamor de Guerra» de Tomás Ferrándiz, 1937

Gran parte del público suele asociar las palabras “galería de arte” a un lugar destinado casi en exclusiva a la compra y venta de obras de artistas vivos, centrado en la parte puramente económica de la creación artística y por tanto lejos de algunas funciones generalmente asociadas a los museos como el estudio y la difusión de sus fondos.
Sin embargo, hay vida más allá del tópico; las galerías que contribuyen a crear historia del arte y no sólo a venderla existen y, con frecuencia, realizan aportaciones fruto de un descubrimiento maravillosamente casual que da pie a una investigación posterior, a una exposición, a un catálogo… a sacar a la luz y del olvido a artistas que, por los avatares de la vida, la historia o la política, fueron callados o decidieron permanecer en silencio. Éste es el caso del escultor y pintor Tomás Ferrándiz, cuya obra fue recientemente recuperada por el galerista y doctor en Historia del Arte José de la Mano (Alicante, 1969) y mostrada al público en la exposición de 2012 “Clamor de guerra. Esculturas y dibujos de Tomás Ferrándiz (1936-1939)” que ha visitado ya varias ciudades españolas.
 La carrera artística de Tomás Ferrándiz Llopis (Alcoy, 1914- Madrid, 2010) abarcó tanto la pintura como la escultura. Entre 1928 y 1934 sería aprendiz en talleres de decoración y escultura, realizando después estudios en la Escuela Superior de Trabajo. Por esas mismas fechas (1932-1934) formaría parte de la Agrupación Cultural de Alcoy y en 1934 tendría lugar su primera exposición individual en Alicante, que incluía esculturas, cuadros y dibujos. En ese mismo año marchó a Madrid con una beca de la Diputación Provincial para cursas estudios de Artes y Oficios y después en la Academia de San Fernando.
Antes de la Guerra Civil realizó las ilustraciones de una biografía del escritor Gabriel Miró, titulada Biografía íntima de Gabriel Miró. Su vida y su obra (1935), y ya comenzada la contienda colaboró con el diario Humanidad enviando diferentes dibujos (1937), ilustró el desconocido libro de Miguel Hernández Versos en la guerra (1938), publicado en Alicante y diseñó carteles. Asimismo, Ferrándiz se acercó a la poesía, cultivando versos con influencia de Juan Ramón Jiménez y la Generación del 27 (1936-1939).
Sin embargo, será 1937 el año de Tomás Ferrándiz. En esas fechas se encontraba trabajando en un retablo que llevaría por título “El pueblo español defendiendo la democracia”. Ferrándiz tuvo noticia de la convocatoria de obras publicada por la Comisión Organizadora de la Sección de Artes Plásticas de Valencia, a través de la cual se animaba a cualquier artista a presentar alguna obra que, si seguía las normas de presentación, podría ser elegida para ser expuesta en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de París que iba a celebrarse ese mismo año.
Tomás Ferrándiz decidió enviar dos obras, que serían seleccionadas: el retrato del escritor Rafael Mengual Soriano y el panel central de su retablo, nuestro Clamor de guerra, un dibujo realizado con pasta negra y siena aplicada con pincel y adherido a un lienzo. Sus dimensiones son 129,5cm x 110 cm y en el bastidor aparece escrito el título de la obra, que por su estilo revela claramente la formación escultórica de su autor: las figuras de los soldados y los campesinos, armados con bayonetas y otras armas, ocupan todo el espacio, llegando a superponerse entre sí, en una suerte de friso monocromo. El estilo de las figuras es geometrizante, un rasgo muy habitual del autor, con volúmenes muy marcados. La presencia de varias figuras de perfil remarca aún más ese carácter escultórico, de relieve.
A partir del motivo de Clamor de guerra realizó Ferrándiz varios relieves en escayola, de dimensiones más reducidas. Además, se conservan varios dibujos preparatorios de la obra que nos permiten conocer el proceso artístico hasta la imagen definitiva.
Después de la Guerra Civil Ferrándiz cae en el olvido al desvincularse intencionadamente del mundo artístico, si bien en 1939 retomará sus estudios en la Academia de San Fernando y en 1953 marchará a Inglaterra con una beca de la misma Academia para ampliar estudios de arquitectura en Inglaterra. Fruto de esa estancia son tres artículos titulados El arte en Inglaterra y publicados en el Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Podéis leerlos pinchando aquíaquí y aquí.
Será en 2012, dos años después del fallecimiento de Ferrándiz, cuando José de la Mano acceda a su taller, descubriendo allí gran parte de sus obras, algunas todavía inéditas. Entre esas obras se encontraba Clamor de guerra, que en ese mismo año fue adquirida por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en cuyas salas dedicadas a la Guerra Civil y la Exposición Internacional de París puede contemplarse actualmente.
 Pero, ¿cómo ocurrió que la obra que había sido expuesta junto al Guernica de Picasso en 1937 acabase olvidada en el taller del artista hasta 2012? En realidad, tras la exposición de París la obra no fue devuelta a Ferrándiz, sino que se guardó, junto a otras de las participantes, en los sótanos del Museo de Arte Moderno de Barcelona. Sólo el retrato del Rafael Mengual Soriano regresó a las manos del artista.
Sin embargo, en 1987 Josefina Alix incluyó Clamor de guerra en la exposición Pabellón Español. Exposición Internacional de París 1937 (Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía), que conmemoraba los cincuenta años del pabellón español en París y para ello utilizó los fondos almacenados en el Museo de Barcelona. Allí se reencontró Ferrándiz en persona con su obra y decidió reclamarla para sí, conservándola en su taller de Madrid hasta que fue redescubierta. El propio José de la Mano explica, en el prólogo del catálogo de Clamor de guerra, que al ver la obra en el taller “tuvo el firme convencimiento de que debía tratarse de una reproducción”, tan increíble resultaba imaginar que una obra que fue escogida para ir a París en plena Guerra Civil junto a otras de Picasso o Miró no estuviese depositada en algún museo.