Única española que estudia en la HfG de Ulm (Escuela Superior de Gestaltung o Escuela de Ulm), institución que fue concebida como la heredera de la revolucionaria Bauhaus. Monika Buch, de padres alemanes, pasó su infancia entre Alemania y España, donde su familia se desplazó para evitar la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, respectivamente.
En 1955, después de finalizar sus estudios en el Colegio Alemán de Barcelona, su madre le presentó un recorte de prensa con un artículo de “Die Zeit” sobre la inauguración del nuevo edificio de Max Bill para la Hochschule für Gestaltung (HfG), hecho que le impulsa a viajar a la ciudad alemana de Ulm y cursar estudios en dicha escuela entre 1956 a 1958.
Tras finalizar sus estudios en Ulm, se traslada a Utrecht donde cursa los estudios universitarios de pedagogía y psicología infantil. Durante dos años centra su actividad en el campo del diseño de juguetes en la fábrica holandesa ADO. Desde 1972 se dedica a su trabajo artístico, con investigaciones centradas en la interrelación forma-color. Actualmente vive en Utrecht.
1. ¿Qué recuerda de su llegada a Ulm, tras dejar una España pictóricamente anclada en el siglo XIX?
Mi primera emoción y experiencia con un mundo completamente distinto fue el impacto que tuve al subir desde Ulm, donde acababa de llegar desde España, a la colina donde se encontraba el magnífico edificio de Max Bill. En mi vida no había contemplado algo tan impresionante. Aunque había visto una fotografía de la escuela, ver el edificio con mis propios ojos fue como un “shock”. Era un día frio con un sol resplandeciente de principios de enero de 1956. Esta impresión no la olvidaré en toda mi vida.
En los casi tres años que estuve en la HfG viví en estos edificios y los llegué a conocer a fondo. Cada vez que volvemos allí, mi marido Bertus Mulder y yo, sentimos la misma emoción y alegría. La arquitectura solo se puede experimentar desplazándose por los espacios creados por el propio edificio.
2. ¿Cuál fue su primera experiencia con el arte contemporáneo?
Aparte de la impresión del edificio, fueron las obras de Max Bill, y de los artistas de la Bauhaus, las primeras obras de arte contemporáneo que conocí.
La Hochschule für Gestaltung no se veía como una escuela de arte o sea que no se hablaba de arte, ni se daban clases con referencias al arte. Lo que sí que existía eran las conferencias sobre “Kultur des zwanzigsten Jahrhunderts”. Pero lo que hacían otros artistas en aquel tiempo aparte del arte concreto de eso no se habla. En la HfG había algún que otro estudiante que se dedicaba al arte en su tiempo libre, pero esto se hacía clandestinamente; únicamente el brasileño Almir Mavignier era el único que manifestaba su actividad. Claro que yo iba a los grandes museos de arte moderno, cuando iba a München, Stuttgart o Hamburgo, y teníamos una buena biblioteca donde mi horizonte en lo que se refiere a historia moderna, psicología y cultura se abrió de una manera fenomenal. Me gusta mucho leer y reflexionar sobre los temas de nuestro tiempo. Sigue siendo muy interesante viviendo entre cuatro culturas diferentes: España, Alemania, Holanda y EEUU, donde vive mi hijo menor.
3. ¿Qué heredó la HfG del pensamiento de la Bauhaus?
En los primeros años de enseñanza en la HfG tuvieron gran influencia las ideas y experiencias de la Bauhaus. Algunos de los profesores de estos años provenían de esta escuela: Johannes Itten, Josef Albers y Walter Peterhans. También el mismo Bill fue estudiante en la Bauhaus. Lo que más recuerda a la Bauhaus fue el Grundkurs, los ejercicios básicos sobre la percepción de formas y los colores y los trabajos en los talleres de madera, metal, escayola y fotografía. El trabajo artesanal, en los años posteriores, perdió su importancia.
4. ¿Qué aprendió del maestro Max Bill, primer rector de la Universidad HfG?
La influencia de Max Bill se refleja sobre todo en el programa de la HfG y sus ideas sobre diseño en su libro FORM: eine Bilanz über die Formentwicklung um die Mitte des XX. (Jahrhunderts.Verlag Karl Werner Basel 1952) por medio de fotografías de objetos cotidianos. Cuando yo estudié en Ulm, ya había grandes conflictos con el triunvirato que le sucedió y él no aparecía mucho por allí.
5. ¿Qué le atrae de la geometría dinámica del matemático y físico Hermann von Baravalle?
En el trabajo que hago desde 1972 (desde que terminé mis estudios en la universidad de Utrecht) son sobre todo las gamas de colores las que predominan. Los colores pasan casi siempre de claro a oscuro o viceversa. La diferencia entre un color y el siguiente no se pueden percibir directamente, ya que la diferencia es mínima. Si hay algún salto este se puede ver solamente cuando has hecho los pasos siguientes. Para determinar la diferencia entre un color y el siguiente utilizo un elemento geométrico pequeño con el que construyo una estructura o un diseño geométrico, para esto encuentro inspiración en la geometría dinámica de Hermann von Baravalle.
6. En 1954, el pintor, diseñador y fundador del Movimiento de Arte Concreto, el bonaerense Tomás Maldonado, es nombrado director de HfG. ¿Qué renovaciones aporto a la Escuela de Ulm?
Tomás Maldonado, junto con Otl Aicher y Herbert Ohl, consideraban las enseñanzas de la Bauhaus anticuadas y quisieron modernizar las ideas de la HfG introduciendo la informática y muchas asignaturas basadas en la tecnología moderna. Quizás una buena idea, pero como a mí no me interesaba, me fui de la escuela con tristeza en el alma, ya que me quería dedicar más al diseño para el entorno y la enseñanza a niños, así me vine a Utrecht para estudiar pedagogía y psicología infantil.
7. ¿Dónde está el límite entre el diseño gráfico y el arte?
Mi concepto sobre lo que es el arte es muy amplio. Para mí no hay diferencia, lo que cuenta es la calidad de una obra aunque este criterio no es fácil de aplicar.
8. ¿Puede contarnos en qué consistía su trabajo como diseñadora de juguetes?
Mi trabajo para la ADO fue bastante corto por dos razones:
La fábrica Ado era una pequeña fábrica de juguetes de madera situada en el recinto de un sanatorio de pacientes de tuberculosis. Los hombres que ya estaban casi curados trabajaban allí para su resocialización antes de volver a la vida normal. Cuando yo hice mis diseños, gracias a las vacunas y los antibióticos, allí ya trabajaba poca gente. Poco después ya desapareció el sanatorio.
Bertus Mulder y yo nos casamos en 1959. En 1960 nació nuestro primer hijo, en 1962 nuestra hija y en 1963 un hijo. Mi marido se estableció como arquitecto independiente y yo me convertí en madre y ama de casa. He diseñado y fabricado juguetes todo el resto de mi vida, para mis hijos y también para mis nietos, pero esto quedó para el uso familiar.
Muchas obras que hago ahora, por ejemplo cajitas con ilusiones ópticas, cajas con espejos, cristales, acrílicos transparentes, con clavos y alfileres, son también una especie de juegos visuales.
9. ¿Cómo definiría su obra pictórica actual?
El fundamento de mi trabajo actual se encuentra en lo que viví y aprendí en la HfG. Siempre parto de una idea o una pregunta que quiero resolver. Me interesa la percepción: que es lo que veo y por qué, por eso me gusta trabajar en un tema con variaciones. La estética es importante pero muchas veces más en un segundo plano. Una obra puede ser bella o agradable de ver, pero para mí tiene que tener algo más, algo interesante que te llama la atención o que atrae tu mirada cada vez y quieres descubrir lo que te inquieta.
Lo que a mí también me interesa es la parte artesanal. Muchas veces me preguntan si hago mis obras con el ordenador, pero yo esto no lo haré nunca me gusta ver la textura o el material y, aunque intento trabajar lo más exactamente posible, siempre hay imperfecciones que demuestran la mano de obra.
10. ¿Qué queda por investigar en el arte geométrico?
No sé lo que hay que investigar, me gusta descubrir cosas nuevas. Yo trabajo porque me gusta pintar y hacer cosas interesantes y me alegro si sale algo que te obliga a seguir adelante.