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Gómez de Liñao, aristócrata intelectual

Reciente todavía la publicación de su último libro, Libro de los artistas, una recopilación de sus ensayos de crítica de arte, que creo de obligada lectura, y en los que exhibe una de sus principales cualidades de escritor, su extraordinaria capacidad para poner su enorme erudición al servicio de la imaginación , lo que le sitúa, junto al tristemente desaparecido Ángel González, en una posición privilegiada entre los pensadores contemporáneos, Gómez de Liaño (Madrid, 1946) expone por partida doble en sendas galerías madrileñas, que muestran uno de sus principales experimentos visuales y varias de sus actividades poéticas.

Pocos autores podrían enfrentarse al inmenso abanico de temas que Liaño ha abordado a lo largo de su larguísima trayectoria. Si su primer libro, en 1968, reunía su Poesía experimental -tenía entonces 22 años y ya era profesor en la Universidad Complutense-, el precedente a este último, publicado en 2015, El reino de las luces, analizaba la labor científica, arqueológica y antropológica del rey Carlos III en Europa y América. Entre ambos destacan su dedicación al pensamiento de Giordano Bruno, al arte de la memoria -que él ejerce con resultados sorprendentes-, a las culturas orientales de India, China y Japón -países en los que ha residido largas temporadas-, al pensamiento filosófico y a otras tantas aventuras que informan, además, su labor como narrador y poeta. Es, no creo equivocarme, el último aristócrata de la inteligencia.

El galerista José de la Mano presenta -y creo que no se había visto nunca después de su presentación en los Encuentros de Pamplona de 1972- el trabajo informático que el tándem Ignacio Gómez de Liaño y Guillermo Searle concibieron como transposición pictórica derivada de su propuesta para la confección de una gramática generativa de los patios platerescos españoles. Si la gramática generativa se ocupa de generar marcos teóricos para el estudio de la sintaxis de las lenguas y proporciona un conjunto de reglas o principios que predicen las combinaciones que aparecen en oraciones gramaticalmente correctas, el proyecto de Liaño-Searle generaba esos marcos en el estudio de las posibles combinaciones que aparecen en los elementos arquitectónicos de los patios platerescos y predice los que resultarían correctos. En su versión pictórica la investigación tenía como objetivo, en sus propios términos, «determinar el momento en el que las figuras del Salvador y de los Apóstoles del apostolado de El Greco dejaban de ser reconocibles mediante un proceso, geométrico-matemáticamente regulado, de neutralizar la información contenida en la retícula cartesiana dentro de la cual se había inscrito cada figura».

El resultado final es una sucesión de seis imágenes por cuadro -que componen un «taco» de papel de ordenador- en las que la figura se transforma sucesivamente en una composición geométrica y lo humano en abstracción, o como el propio Liaño afirma, los apóstoles aparecen tan espirituales como un cuadro de Mondrian.

El magnífico trabajo de la galería en la confección de un facsímil del original, expuesto en una sala independiente y que rodea una fotografía de los integrantes del Centro de Cálculo y las ampliaciones de algunas imágenes aportan nuevas posibilidades perceptivas a una obra que se adelanta a un fenómeno hoy común, la pixelización de las imágenes.

Por su parte, Magda Bellotti ha reunido, con el comisariado de Aramis López, las experimentaciones poéticas a las que se dedicó Liaño en la isla de Ibiza tras su expulsión, en 1972, de la Universidad Complutense por negarse a desvelar el nombre de un alumno que había realizado una actividad poético-política prohibida durante la dictadura, en una de sus clases. Cuestión de ética.

Los poemas y poemas objeto de entonces han sido reeditados y varios de ellos serigrafiados de nuevo, así como rehecho el Yantra de Ibiza -una enorme pintura que reúne elementos orientales y cómic populares- y, por último, y aconsejo al visitante demorarse en ellas, las acciones poéticas fueron filmadas de nuevo en otoño de 2015 en la exposición que le dedicó el Museo de Arte Contemporáneo de la isla, con el mismo comisario.