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Tomás García Asensio. Formas Computables

Formas computables. García Asensio en el Centro de Cálculo (1969-1970)La Galería José de la Mano, recupera las obras originales del artista Tomás García Asensio (Huelva, 1940) que formaron parte de las –ya históricas- exposiciones del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid (Complutense), Formas computables y Generación Automática de formas plásticas. Celebradas en 1969 y 1970 respectivamente, ambas muestras supusieron una de las experiencias creativas más interesantes en la historia del arte reciente de nuestro país.

Arte Paleoinformático

Tomás García Asensio, escribe una espléndida reflexión sobre lo que supuso la experiencia.

[…] Hago esta reflexión porque aún no ha pasado medio siglo desde que el Seminario de Generación de formas Plásticas del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid (hoy Complutense) desarrollara sus actividades, que supusieron el origen de la intervención  de la informática en el ámbito de las artes, junto con las investigaciones de otros pocos centros en el mundo.

Y, por razones que desconozco, los trabajos producidos en dicho seminario carecieron de un eco favorable cuando se estaban produciendo. Pese a ello, no han caído en el olvido y parece que despiertan un interés creciente.

La guerra civil asoló física y culturalmente nuestro país. Tal situación se prolongó debido al repudio internacional  de la dictadura surgida de la guerra. Padecimos décadas de aislamiento, de censura  y casi total desertización, no obstante en ese páramo surgieron unos pocos brotes renovadores en el plano artístico. Uno de ellos fue sin duda el referido seminario del Centro de Cálculo.

El Centro de Cálculo surgió como efecto de la donación de la empresa IBM a la Universidad de Madrid de un importante equipo informático, alojado en un bello edificio del arquitecto Miguel Fisac construido ad hoc con el fin de facilitar la introducción de la informática en dicha universidad. Sus autoridades principales fueron: el director Florentino Briones, el subdirector Ernesto García Camarero y el delegado de IBM Mario Barberá. Se formaron diversos seminarios científicos, de arquitectura, y también culturales como la poesía, de música y el que nos ocupa de artes plásticas, dirigido por el poeta y filósofo Ignacio Gómez de Liaño.

Este seminario estaba formado por artistas y por científicos. Estos tenían una rara sensibilidad para el arte y aquellos una cierta permeabilidad para la ciencia. Las circunstancias que rodeaban a los ordenadores de la época favorecieron que la estética adecuada fuera la geométrica.

Con el desarrollo de la informática muchas limitaciones de entonces han desaparecido. Y los dibujos hechos mediante ordenador no tienen por qué ser geométricos actualmente. Y, aunque el fundamento de cálculo sea el mismo, la apariencia de esos programas de dibujo oculta su alma matemática y se muestran como una técnica más, como el lápiz, la acuarela o el aerógrafo, etc., o como todas juntas.

Aquellos ordenadores tenían una pinta muy diferente de los actuales, tenían la apariencia de potentísimas maquinas calculadoras. Eran mastodónticos, recibían la información indirectamente mediante tarjetas perforadas, por lo que entre la máquina y el usuario se interponía otra persona  con otra máquina. Por lo tanto, al no haber relación inmediata entre el usuario y ordenador, no había elementos de relación directa como ocurre hoy con el teclado, el ratón, o el escáner.

Los resultados gráficos eran extremadamente pobres si los comparamos con los actuales. Se reducían  a una impresora, que imprimía, con tinta negra, tan solo los signos propios de una máquina de escribir y un “ploter”, que combinando movimientos adelante-atrás y derecha-izquierda hacía dibujos con “rotring” o con lápiz.

Nada comparable a la situación actual porque no tenían pantallas que mostraran imágenes fotográficas estáticas o en movimiento, ni tampoco sonido. Pero con los periféricos adecuados podían cortar chapones de acero en los astilleros, telas en los talleres de confección y regir tornos.

La mayor diferencia entre aquella situación y la actual es que no había mercado de programas de ordenador más o menos universales como hoy. No había Word, ni Photoshop, ni Autocad, etc. De modo que uno mismo tenía que hacer los programas, o encargárselo a un informático.

 Aquellos artistas del Centro de Cálculo no eran informáticos, eran simplemente artistas que sintieron interés por el tema, y quisieron explorar la posibilidad de introducir los ordenadores en el proceso creativo […]

En 2005 colabore en la selección de las obras de José María Iglesias (1933-2005), para la exposición: “Modelos Estructuras Formas. España 1957-79”, Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Sevilla. Esta fue una exposición muy importante, se editó un documentado catálogo, relativa a la estética racionalista, o geométrica y más próxima que otras al pensamiento científico, en la que participo García Asensio.

Es indiscutible que existe cierta unanimidad en los círculos histórico-artísticos que ha conformado el gusto dominante en nuestro país durante el último medio siglo sobre la importancia y trascendencia de algunos de los 18 artistas de los que se incluyen obras especialmente seleccionadas para esta exposición. Sin embargo, nunca hasta ahora habían sido mostrados conjuntamente, de este modo y con estas propuestas concretas. Los artistas: José Luis Alexanco, Elena Asins, Manuel Barbadillo, Gerardo Delgado, Equipo 57, Tomás García Asensio, Julián Gil, José Luis Gómez Perales, Cristóbal Halffter, José María Iglesias, Lugan, José María Mestres Quadreny, Jorge Oteiza, Pablo Palazuelo, Julio Plaza, José Miguel Prada Poole, Manuel Quejido, Guillermo Searle, Eusebio Sempere, Soledad Sovilla, José María Yturalde.

Sería absurdo negar la influencia que tuvieron en España entre los años cincuenta y el meridiano de los setenta el informalismo o el expresionismo abstracto norteamericano, también lo sería negar la importancia de la figuración en aquellos años por su fuerza poética o su talante crítico. Pero estas dos direcciones que, pese a la oposición con la que se presentan, comparte un talante cálido, emocional, expresivo, termina por ocultar ese arte más frío, más racional y calculado (no por eso exento de emoción) que conecta con un problema importante de la cultura moderna: la relación entre racionalidad y arte.

La obra de Tomás García Asensio debe encontrar un lugar en el MNCARS.

© Mariví Otero 2016

Asistente: Manuel Otero Rodríguez