Hasta el 2 de junio puede verse en la galería José de la Mano (calle Zorrilla, en Madrid) una exposición dedicada a Ángel Duarte (Aldeanueva del Camino, 1930- Sion, Suiza, 2007) con la que se recupera la obra escultórica de este extremeño, conocido por ser la voz internacional de lo que en su día fue el Equipo 57, grupo de arte vanguardista transgresor de la normalidad artística de los años 50 en España y de la oficialización de algunas corrientes artísticas a la que el franquismo estaba llevando en su provecho.
Ahora, podrá contemplarse una «exquisita» selección de 11 esculturas, de las décadas de los 60 y 70, hechas ya en solitario.
Las esculturas de Duarte son, se puede leer en el catálogo de la exposición que firma Ángel Llorente Hernández, obras carentes intencionalmente de significado o connotación. Son lo que vemos: objetos tridimensionales, productores de placer estético merced a la armonía de sus proporciones y a su equilibrio, sin obviar los efectos, de carácter óptico-cinético, resultantes de la incidencia de la luz sobre ellos, sobre todo en los hechos con finas varillas de acero inoxidable y a la perspectiva adoptada por quien los contempla. Todo ello patente asimismo en las esculturas monumentales, tan gráciles como las maquetas previas, aunque su tamaño sea gigantesco y las líneas que las conforman sean barras de grandes dimensiones.
De hecho, si algo caracteriza la obra de este extremeño universal es lo peculiar de su trabajo, ya que diseñó gráciles estructuras de varillas y otras superficies curvadas unidas en las que hay una continuidad espacial, siendo este uno de los intereses artísticos de Equipo 57.
Y como su obra y su figura « estaban siendo injustamente olvidadas en nuestro país, a pesar de haber sido uno de los artistas destacados del arte geométrico europeo y español del siglo pasado», esta exposición forma parte de la recuperación necesaria del artista, señala Llorente, quien recuerda que las dos últimas que se le dedicaron estuvieron en Cáceres (1992), organizada por la Junta, y en el Muba, en Badajoz (2000).